El aleteo de las alas de una mariposa se puede sentir al otro lado del mundo

Bolso "Lunettes"

Como todos los años, como cada 22 de Diciembre, ayer nos volvió a no tocar la lotería. Como siempre, fantaseamos con todo áquello que íbamos a comprar, los viajes que íbamos a hacer y cómo íbamos a repartir los euros entre nuestros seres queridos. Otro año más, todo quedó en fantasía. Sueños. 

Sin embargo, hoy he mirado el día a través de mis gafas del optimismo, y me he dado cuenta, que cada día que me levanto, cada mañana, me toca la lotería. Y me he sentido feliz. Inmesamente agradecida. 

Todo cambia según se mire. 

Y como de mirar va el post de hoy, no encuentro mejor momento para enseñaros uno de los últimos bolsos que ha salido del Atelier de Metamorphosis: el Bolso Lunettes

¿Os gusta? Seguro que a las más modernillas les chifla. Y es que no nos vamos a engañar, las gafas molan. Y mucho.
 


Mientras hacía las fotos para el post del bolso y pensaba en el texto que iba a escribir,  me ha venido a la cabeza un amigo mío de la EGB. (Sí, yo fui a EGB, soy del mundo viejuno) y la historia de este amigo me confirma aún más que todo cambia según se mire. Y es precisamente su historia la que va a protagonizar el post de hoy.


1987. 6 años.
Una mañana de entre semana como cualquier otra. Vestidos de chándal de táctel en la puerta del colegio como todos los días que tocaba gimnasia. El táctel era el último grito de los 80 (que los sepáis). Todos correteando esperando ansiosos a entrar (ese ansia que se tiene de niño por entrar al colegio va desapareciendo a medida que uno se va haciendo mayor) Todos felices excepto un niño de nuestra clase que venía a regañadientes llorando como si no hubiera mañana y arrastrado por el brazo de su madre.


¿Y qué le pasaba a nuestro compañero?  A juzgar por sus lágrimas y sus gritos de desamparo, sólo podía tratarse de la peor de las tragedias. Nos quedamos paralizados mirando la escena mientras se acercaba nuestro amigo con su madre. Esperábamos una explicación, una historia que nos hiciera comprender por qué razón lloraba sin consuelo. Su madre se volvió hacia él, le colocó algo en la cara, le dio un beso y le susurró unas palabras al oído. Y se fue. 

Sin explicación ninguna.


Pero de repente, gracias al malote de la clase, supimos de qué se trataba.

-¡Cuatro ojos! ¡Cuatro ojos! ¡eres un feo cuatro ojos!  

La gran tragedia era que a nuestro compañero le habían puesto gafas.
 
Y sí, aunque ahora resulta hasta ridículo el insulto "cuatro ojos", y a medida que te haces mayor aprendes a relativizar, cuando tienes 6 años, la percepción cambia totalmente y haces un mundo de cualquier nimiedad.


2014. 33 años.
Obviamente el disgusto pasó. Los "malos" continuaron haciéndole burla y riéndose de él por el simple hecho de llevar gafas pero nuestro compañero aprendió que no pasaba absolutamente nada por tener que llevarlas. Comprendió que los insultos eran absurdos y que "los malos" resaltaban las diferencias del resto únicamente para camuflar las suyas.

Pasaron los años y llevar gafas empezó a molar. Nuestro compañero dejó atrás áquellas gafas de los 80 y se compró unas gafas estilosas que le hacían ser el más cool del instituto. El tiempo no se detuvo y las gafas se convirtieron en un elemento de moda.
La gente empezó a llevar gafas, hasta los que no tenían ningún problema de visión. Hasta "los malos" usaban gafas para ir a la moda. 

 Mira qué curioso, cómo cambian las cosas.

"Los malos", seguro que no se acuerdan de esta historia. O sí. No lo sé.

Lo único que sé es que todo cambia según se mire.


4 comentarios:

  1. ¡Qué bonito post! parece un cuento......Yo también llevaba gafas de pequeña así que me siento identificadísima con tus palabras! Gracias!!

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    1. Muchas gracias por tu comentario! Me alegra que te guste!

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  2. Gran historia... y qué razón tienes... todo cambia según se mire...
    Que el final del túnel sea la luz de tu camino.

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    1. Muchas gracias Ana!! Pues sí, a veces nos olvidamos de relativizar y de mirar los problemas desde otra perspectiva. Besos!

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