Si me hubieran preguntado hace dos semanas si tenía pensado conocer el destino que protagoniza hoy nuestra sección de viajes del blog habría dicho que no. Sinceramente, una serie de impedimentos para viajar a otros destinos que tenía previstos, me han llevado hasta Ré. Es más, habría tenido que hacer memoria para ubicar esta isla en el mapa francés. Había escuchado hablar de esta isla antes. Sí. Incluso había estado muy cerca de ella en dos ocasiones visitando La Rochelle.
Sin embargo, nunca había cruzado el puente que hace posible llegar hasta allí.
¿Lo cruzamos juntos?
Hoy en la sección de Siempre hay un lugar viajamos a la Isla de Ré.
Este puente de 3 km, desde 1988 une la Isla de Ré a La Rochelle, manteniendo la unión de la isla al continente. Unión que obviamente no es gratuita para el turista y el peaje para pasar el puente cuesta 16€ para los coches. Afortunadamente, para los peatones y las bicis (debe ser un premio por el esfuerzo) es gratuito.
La isla de Ré se ubica en la costa francesa atlántica frente a La Rochelle, en el departamento Charente Marítimo. Es muy pequeña, tiene 30 km de largo y 5 km de ancho y en toda la isla hay 10 pueblecitos o comunas (como allí les llaman).
En este mapa que está dibujado en una pared de Sant Martin de Ré (la capital de la isla) os podéis hacer una idea de su extensión y de la ubicación de sus 10 pueblitos:
- Rivedoux Plage/Ste Marie de Ré/ La Flotte/ Le Bois Plage en Ré/ La couarde sur Mer/ Ars en Ré/ St Clément des Baleines/ Les Portes en Ré/ Loix y St Martin de Ré.
Debido al cambio de
planes que nos surgió de última hora, la preparación del viaje fue muy
rápida. Salíamos el día 13 agosto y dos días antes estábamos comprando
los billetes de tren de Hendaya a La Rochelle. Para el transporte no
tuvimos problemas. Sin embargo, para encontrar alojamiento fue realmente
complicado y bastante caro. La isla de Ré es un destino turístico muy
conocido (parece que no para los spanish porque en 5 días no coincidimos
con ninguno, y eso sinceramente, es muy raro), pero para el resto de
ciudadanos del mundo, debe ser un típico destino vacacional. De hecho,
durante el invierno viven 16000 personas mientras que en los meses de
verano se decuplica llegando a los 160.000.
Para organizar el viaje en tiempo récord nos ayudó mucho la Web de Turismo de la Isla de Ré. La verdad que si os animáis a visitar la isla echádle un vistazo porque tiene toda la información necesaria para preparar el viaje.
Nosotras encontramos sitio para dormir en St Marie de Ré y desde allí iniciamos nuestra ruta para descubrir la Isla:
Saint Marie de Ré
Aquí fue en el único sitio donde encontramos alojamiento. Es un pueblo muy pequeño y quizás, demasiado tranquilo para nuestro gusto. Si volviera a Ré me alojaría en La Flotte o St Martin que tienen más ambiente. Aún así, este pueblo nos ha dado grandes momentos en el viaje: las cenas en la pizzería y los desayunos en la boulangerie de la Plaza Mayor, insuperables.
Desde que pisamos Ré me enamoraron las ventanas. Tengo fotos de ventanas para aburrir (de hecho, Edurne llegó a crear una gracia entorno a mi obsesión por las ventanas) pero es que me parecen tan tan bonitas..... Además, todas las ventanas de la Isla siguen la misma estética y predominan los mismos colores: verde, azul, turquesa y mint. Lo cual, lo hace todavía más bonito, si cabe.
El día que llegamos fuimos hasta la playa (sólo para verla como podéis imaginar por la foto porque hacía un frío terrible). Y por el camino nos encontramos con hileras infinitas de vides. Desconocíamos que esta Isla fuera de tierra de vinos. Al día siguiente dimos fe que así era. Y al siguiente, y al siguiente... Me declaro muy fan del vino rosado de la Isla de Ré.
La playa de Saint Marie es bastante salvaje. No tiene vigilancia y a pesar de ser de arena fina, no nos gustó demasiado. Eso sí, paralelo a la playa hay un camino para correr que es una auténtica maravilla.
La Flotte
Al día siguiente alquilamos las bicicletas y nos pusimos rumbo hacia La Flotte. El tiempo había mejorado muchísimo y todo indicaba que íbamos a poder disfrutar de unas horas de playa. Así fue.
Después de unos 5 km en bici viendo campos de viñas, llegamos a La Flotte. Nos encantó. Llegamos por una calle super animada llena de tiendas y ventanas. Ventanas bonitas por doquier. Un paraíso para mi cámara de fotos.
En la zona del centro de La Flotte está el puerto y allí se concentran la mayoría de restaurantes y bares del pueblo. Es una zona de mucho ambiente y decidimos comer allí los míticos "moules à la marinière" (mejillones a la marinera) que en esta zona de Francia te sirven en una cazuela y acompañados con patatas fritas por unos 10 euros. Buenísimos.
La verdad es que la entrada del mar con todos los barcos amarrados, el
faro al fondo siempre en estado de espera y las terrazas alrededor dan mucho encanto al lugar. Lo cierto es que los faros desde siempre me han parecido que quedan bien. Todos. Estén donde estén. Quietos. Con o sin luz. Me encantan.
Es curioso el tema de las mareas en esta Isla. Impacta ver a todos los barcos descolocados y de un modo caótico tirados sobre la arena. Las mareas son muy fuertes y los barcos, mientras está la marea baja, quedan totalmente apoyados esperando a que vuelva el agua y les devuelva su razón de ser.
Mi obsesión por las ventanas, nos hizo ir buscando la mejor para la colección. Así fue como Edurne descubrió esta ventana. Así fue como vimos un paisaje sorprendente sin necesidad de mirarlo de frente. Y así fue como pasamos 35 minutos de reloj sacando fotos y fotos.
Jugando con el reflejo.
Los que seguís la Sección de siempre hay un lugar, sabéis que siempre elijo una foto del viaje. Sin embargo, en esta ocasión me voy a quedar con momentos. En concreto, con tres momentos. Este, sin duda, fue uno de los tres.
St Martin de Ré
Continúamos hacia el centro de Saint Martin pero enseguida vimos el faro
a lo lejos. Fue como un imán. Nos atrajo. Y por eso, antes de visitar
le"centre village" fuimos hasta él.
Nos hicimos la foto de rigor, rectifico para no mentir, nos hicimos "las miles de fotos de rigor" y al girarnos vimos una hilera de personas subidas a asnos que llevaban pantalones...
Al igual que a nosotras, a todo turista que llega a Saint Martin le llama la atención la "atracción turística" típica de este lugar: paseos en burros que están vestidos con pantalones. ¿Y por qué les visten? Nos tenía intrigadas el asunto así que en cuanto mendigamos un poco de free wifi lo buscamos. Resulta que en Ré antiguamente se utilizaban los asnos para las tareas agrícolas y la recogida de sal en las marismas. El problema era había muchos mosquitos que atacaban sin compasión a los pobres
animales, por lo que los dueños de los mismos decidieron protegerlos con
unos pantalones.
Dejamos atrás los asnos y nos adentramos en el corazón de Saint Martín de Ré. La zona del puerto se asemeja bastante a la de La Flotte. De hecho, hubo un momento que pensamos que nos habíamos equivocado y estábamos en el pueblo que habíamos dejado atrás horas antes.
En Saint Martín fue donde más gente encontramos. Los restaurantes y bares estaban llenos y mucha gente estaba disfrutando de la tarde paseando por sus calles. Es realmente bonito. Nos gustó mucho.
Además, los amantes de los comics de Tintín de Hergé se verán contentos al descubrir que tienen una tienda exclusiva de su personaje favorito. A mí, de hecho, me vino muy bien para comprar un regalillo a un aficionado de las aventuras de de Tintín.
Seguimos paseando por las callejuelas empedradas de la capital de la isla y encontrando ventanas maravillosas en las que por supuesto, no perdimos la oportunidad de sacarnos bien de fotos. Quizás nos gustaban tanto estas fotos porque podíamos salir las dos. En los viajes de dos personas, acabas teniendo una colección de fotos individuales y son muy pocas en las que sales con tu compañer@ de viaje (por no molestar a alguien que te la saque) sólo sale o uno o el otro. O mejor dicho, el 90% de las veces siempre sale el mismo y el otro parece que no ha estado allí. Supongo que ya imagináis quién tiene el book en la Isla de Ré....
Antes de ir a Ré, había leído que una visita imprescindible era subir al Faro de las Ballenas. O lo que es lo mismo, ir a la otra punta de la isla. Nos quedaba a unos 30 km de nuestra casa. Ida y vuelta: 60 km. Sabíamos que iba a ser un poco paliza pero aún así, decidimos que si era visita obligada, bien merecía el esfuerzo. Y la recompensa, mereció.
La Couarde sur mer
Obviamente, por el camino hicimos varias paradas. Con la excusa de conocer los pueblos que íbamos pasando, estirábamos un poco las piernas.
En La Couarde sur mer nos llamó la atención el embarcadero con marea baja. Parecía imposible que en unas horas pudiera subir la marea tanto.
En La Couarde sur mer nos llamó la atención el embarcadero con marea baja. Parecía imposible que en unas horas pudiera subir la marea tanto.
A la vuelta y ya casi anocheciendo, comprobamos que la imagen había cambiado por completo y que el agua había hecho gala de su presencia haciendo flotar los barcos.
La verdad que el trayecto en bici se nos hizo muy ameno porque además de los pueblos que se atraviesan hasta llegar al faro, continuamente se ven paisajes preciosos.
Ars en Ré
Hicimos una parada en Ars
en Ré atraídas por la curiosa aguja de su iglesia que veíamos kilómetros antes de llegar. Esta aguja antiguamente, servía a los marineros como punto de guía a la costa.
Ars nos pareció un pueblo muy bonito y tranquilo. Sus calles empedradas, sus ventanas (como no) y sus casas hacen de esta villa que sea muy agradable.
Fuimos al mercado que se celebra todos los días junto al Ayuntamiento y aunque nos pareció algo caro, es muy entretenido.
Y desde Ars,
continúamos el largo camino hasta el Faro de las Ballenas. Cuando lo
vimos a lo lejos (aún quedaban unos kilómetros) nos dio una gran
alegría. Habíamos llegado al fin del destino. Mejor dicho, a la mitad de
la misión del día. Quedaba la vuelta....
Este faro, se construyó en 1854 para reemplazar a uno anterior que data de 1682 ( conocido como La torre de las Ballenas) y que como tenía un tamaño menor, no alcanzaba a dar luz suficiente.
Poder ver el mar inmenso y bello a 57 metros de altura es una experiencia que bien merece la pena pagar las 3 euros de la entrada y subir los 257 escalones que hay hasta lo alto del faro.
Antes os he hablado de 3 momentos clave en el
viaje. La subida al Faro de las Ballenas fue el segundo. No parábamos de hacer
fotografías. Desde abajo, subiendo, desde arriba, bajando. Yo nunca había
estado dentro de un faro y la emoción era máxima. Y una vez arriba, salimos al
exterior y nos quedaba lo mejor, disfrutar de unas vistas maravillosas. Fue una
muy bonita experiencia
Rivedoux Plage
El último día entero en la
isla lo dedicamos por la mañana a visitar Rivedoux y disfrutar de su extensa
playa. A la tarde, decidimos cruzar el puente en bici para visitar La Rochelle. Ambas
lo conocíamos pero es tan bonito que estando tan cerca nos daba pena no verlo
otra vez. De hecho, fue una gran decisión ir hasta allí. A la vuelta, hacia las
21.15 cruzábamos el puente en nuestras bicis camino a casa y vimos como caía el
sol sobre el mar. Fue realmente espectacular.
Además, si os habéis fijado, el
puente tiene 1,5 km
de subida y otro tanto de bajada. La sensación de bajar (porque la subida no
fue igual de placentera) al atardecer ese kilómetro y medio, viendo el
anochecer y todo lo rápido que podíamos, fue el tercer y quizás mejor momento de
nuestro viaje. Edurne iba primera y le oía gritar. Gritaba de felicidad.Siempre es un placer visitar esta bella ciudad. Paser por el Vieux Port (puerto antiguo) de La Rochelle es una auténtica delicia.
Si os animáis a ir a visitar la Isla de Ré y no conocéis La Rochelle os recomendaría hacer un alto en el camino para visitarla porque es realmente bonita.
Sus fuertes, sus callejuelas, el puerto, los dos faros y la Gran Noria hacen de este lugar que sea un sitio idóneo para perderse.
Si por algo me ha fascinado esta isla es por la posibilidad que te da de recorrerla en bici.
En este enlace os
podéis descargar las pistas ciclables de la isla. Hay más de 100 km
totalmente llanos y perfectamente señalizados para descubrir la isla en
bici. Está todo preparado para vacaciones en bicicleta. En cada pueblo,
hay varias empresas de alquiler de bici y tienen precios muy económicos.
De hecho, es mucho más recomendable moverse en bici que en coche o furgo
ya que en agosto, al menos, hay muchísima gente y se generan muchos
atascos. Y no hace falta estar en buena forma física para hacerlo porque el terreno es llano y muy amable. Se veían desde niños hasta octogenarios recorriendo la isla en bici. Ningún problema, de verdad.
Y con esta foto de las bicis que han formado parte importante de este viaje y en la que salimos las dos, me despido.
Al final del post, os confieso que me muero de ganas por volver a la Isla de Ré.
Como siempre ♡♡♡!! Me confieso super fan de "Siempre hay un lugar". Ya quiero ir a Isla de Ré!
ResponderEliminarMe encanta imaginar el momento de la vuelta de La Rochelle, la bajada en bici con el atardecer, el mar, esas vistas. ... subidon amoroso!
Un viaje inolvidable amiga!!!
ResponderEliminarComo siempre...super chula la entrada pitxon!! Un besote para las dos
ResponderEliminarUna vez mas solo puedo agradecerte q redactes tan bonitos tus viajes... Al final del post siempre tengo ganas de visitar algun dia tus destinos... Me ha encantado este... Inesperado... Amable y tan bonito¡ las ventanas... Y la calidad de las fotos y la redaccion me han enamorado... Siento ser tan pastelona pero es asi.... Gracias y a por el proximo siempre hay un lugar!
ResponderEliminarMuchísimas gracias!!! Vuestros comentarios me ponen muy contenta la verdad. Y lo mejor, me animan para seguir compartiendo con vosotras los destinos en Siempre hay un Lugar!! Sólo os puedo decir: gracias, gracias, gracias por estar ahí. Mil besos
ResponderEliminarMe ha encantado!! No conocía la isla para nada y la posiblidad de conocerla en bici me parece un puntazo. Me la apunto. Gracias!!
ResponderEliminarEs una gozada Sole Silbando! Lo de poder visitar todo en bici es una maravilla. Para mí también ha sido un gran descubrimiento. Volveremos seguro!! Muchas gracias Amaia!! ;)
EliminarPor supuesto que lo cruzamos juntos!!! Haces que cada lugar sea mágico, me encanta la mirada que prestas a cada uno de estos lugares,y como nos los haces llegar. Porfavor! no dejes de viajar!! espero ansiosa el próximo destino...
ResponderEliminarme ha surgido una duda muy importante....
ResponderEliminarno viajó el Principito con vosotras a la Isla de Ré??
jajajajajaa! claro que nos acompañó nuestro Principito Viajero... pero tenía mal día y no salió muy favorecido en ese viaje así que por eso no hemos publicado la foto! jajajaja!
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